Y la Luz se Hizo
Es lo que dice la carta a los Efesios.
Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los
lugares celestes en Cristo, según nos escogió en Él, antes de la
fundación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante
de Él.
Por su Amor, nos predestinó para ser hijos adoptivos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia con la cual nos hizo aceptos
en el Amor. En Él tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecado según las riquezas de su gracia. (Efesios 1 3 7). Es lo
que dice el apóstol Pablo: Él creó de un solo principio todo el
linaje humano (HECHOS 17 26). No dice que creó a un solo hombre.
Tengamos en cuenta que quien pecó fue nuestro espíritu. Y que
nuestro espíritu fue rescatado de las tinieblas por el soplo de
Dios y ya en nuestro estado, en nuestra condición humana nos
infundió el alma pura y limpia porque viene de Dios.
Y en nuestra condición pecadora, tampoco hemos mantenido limpia
nuestra alma, porque seguimos pecando. Sin embargo Cristo que
nos llama al arrepentimiento, nos sigue perdonando cuando nos
volvemos a Él, y nuestra alma vuelve a estar limpia por su
perdón.
En nuestro principio como seres espirituales, y ahora como seres
terrenales, cada pecado es por la propia decisión de cada uno.
Además, si como hemos creído hasta ahora, hubiese sido Adam un
único ser, un hombre solo, habría dado únicamente a su
descendencia el cuerpo, como vemos que sucede aquí generación
tras generación, pero no transmitiría nunca el alma. El alma es
un soplo de Dios y se nos da en estado puro porque viene de Dios
(Génesis. 2 7).
Por eso sería imposible que un hombre solo transmitiera el
pecado a toda la humanidad.
El alma que pecare esa morirá. El hijo no cargará con la culpa
del padre, ni el padre cargará con la culpa del hijo. La
justicia del justo será sobre él, y la maldad del impío será
sobre él . (Ezequiel18 20).
Aunque sí es cierto que unos podemos influenciar en otros y que
así otros pequen, pero sería siempre por la decisión de cada
uno, como se dice en este mismo relato de nuestra caída en el
pecado, cuando la mujer invita al marido.
Dice marido y no hombre, expresando que se había dado un pacto
entre aquellos seres espirituales que éramos, y que por la
diferente forma de la transgresión vinimos a ser mujeres las que
habíamos aceptado el engaño del demonio, y varones los que
aceptaron la invitación de las que vinimos después a ser mujeres
aquí en nuestra condición humana.
Había un refrán que el pueblo repetía:
Los padres comieron uvas
agrias y los hijos sufren dentera. Y el Señor los corrige
diciéndoles que no repitieran más ese refrán, porque cada cual
morirá por su propia maldad. (Jeremías
31 29) (Ezequiel 18 2 3).
Dios es perfectamente justo e infinitamente misericordioso.
De todos los seres creados igual que nosotros en el jardín de
Edén, sólo habíamos pecado nosotros. Sólo los que vinimos a ser
humanidad pecamos. Los otros no pecaron. (Hemos visto en el
primer tema del libro “La Verdad de la Creación en el Génesis”,
“El Jardín de Edén”, que los que eligieron seguir obedientes a
los planes de Dios, siguieron el camino del primer río que los
llevaba más cerca de Dios, al “país de Javilá”).
Y a todos los que habíamos pecado se nos dio por gracia de
volver a Él, a través de cuanto nos ha concedido desde la caída
en el pecado en Edén, y después de todo este espacio o “vacío”
que para nosotros son muchos siglos hasta llegar a ser
humanidad. Y tenemos este estado en camino de retorno al Padre,
para todo el que se deje llenar de la Luz y camine en unidad con
Cristo.
Fijémonos bien que no dice por una sola mujer, que fue
literalmente conforme dice este mismo relato, la primera que
comió del fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal”.
Así podemos entender mejor que no está hablando de una sola
persona.
Lo que sí está diferenciando es que entre todos los seres
creados por Dios en el jardín de Edén, sólo la humanidad pecó:
el colectivo humano, como hemos visto hasta aquí y se continúa
en el resto de este relato sobre nuestro principio.
Por esto continúa diciendo el apóstol Pablo:
Y así la muerte
alcanzó a todos los hombres por cuanto todos pecaron.
Dios no
condena a unos por el pecado de otros. Cada uno peca haciendo
uso de su libertad.
De esta forma se nos quiere hacer ver cómo se inició una
humanidad pecadora a la que Jesucristo justifica
(Romanos 5
18).
Y así estamos en una lucha para no dejarnos ganar por el pecado,
sino resucitar con Cristo: Porque sabemos que toda la creación
gime a una con dolores de parto hasta ahora. (Romanos 8 22). Y
todo nos sucede porque el hombre, la humanidad, hizo el
suelo
maldito por su causa. (Génesis 3 17).
(Quiero hacer constar que cuanto este libro está aclarando no es
producto de un estudio, sino que nos ha sido dado por
revelación, por el Don del Espíritu Santo para entender las
Escrituras. La humanidad va abocada a la confusión, y Dios
nuestro Señor derrama su Luz para que nos volvamos a la Verdad).
Es de vital importancia entender esto, pues los hombres,
generación tras generación, se preguntan el porqué suceden los
males en esta humanidad. El mundo necesita entender lo que Dios
nos está haciendo ver hoy. Así muchos comprenderán que todo nos
ha sobrevenido por decisión nuestra, de cada uno. Y Dios
sumamente paciente con nosotros, Dios que es Amor, nos está
ayudando constantemente a que salgamos de las tinieblas y
busquemos su Luz. Pero sigue respetando el libre albedrío de
cada uno.
El hombre en su confusión hace lo malo, y Dios que se lo
permite, también permite a los elementos que manifiesten las
consecuencias de esa maldad, con el fin de que el hombre
distinga el bien y el mal.