Y
la Luz se Hizo
El Vacío
Mas
una cosa no podéis ignorar, queridos. Ante el Señor un día es
como mil años, y mil años como un día. (Segunda de Pedro 3,8).
En el libro “La Verdad de la Creación en el Génesis” hay un
tema titulado el vacío, que expresa nuestra interrogante sobre
esta distancia en el tiempo para nosotros. Y es que entonces
desconocía lo que el Señor me ha hecho ver en estos últimos días
sobre el significado del seol, o regiones inferiores a la
tierra, y por eso me apresuré a escribirlo porque nos lleva a la
Verdad completa, desde nuestro principio, hasta el retorno al
Padre. Y así decía en el tema el “Vacío”.
De este “Vacío”
sabemos que Cristo nos ha visitado para levantarnos hasta esta
humanidad y desde aquí más allá del cielo, que es el velo que
nos separa de la vida en la Gloria de Dios, de la vida eterna.
El salmista dice: Mil años a tus ojos son como el ayer, que pasó
como una vigilia de noche (Salmo 90 4).
Lo que nos
quiere hacer ver que para nosotros que hemos venido a ser
humanidad, el tiempo sí cuenta, pero para Dios no.
Dios en su
eterno presente ve como en un solo instante ante Él, a todos
estos seres espirituales caídos en las tinieblas luchando por
estar en la Luz, y a otros, tan envueltos en las tinieblas, que
ni siquiera luchan por buscar la Luz. (Por esto Cristo nos dice
a los que lo conocemos que somos Luz para el mundo)
(Mateo 5 13
16).
Si quisiéramos medir lo que es intemporal con la
medida del tiempo regida por nuestro sistema solar, sería
impropio, imposible. Lo espiritual está por encima de lo
natural.
Nosotros estamos en un tiempo limitado, y en el
más allá no hay tiempo. Desde que salimos del jardín de Edén
hasta que llegamos a esta humanidad, tampoco había tiempo ni
habrá tiempo cuando dejemos esta vida que Dios nos ha concedido
para salvarnos. Entonces los salvados entraremos en la Ciudad
Santa de Jerusalén, la Nueva Jerusalén, hasta que Cristo nos
lleve a la Presencia del Padre
(Apocalipsis 21).
En
conclusión, está bien claro que porque estamos en esta realidad
natural, hemos venido a estar dentro de la medida del tiempo,
pero cuando solo éramos seres espirituales, y antes de que
llegáramos a esta humanidad, estábamos fuera del tiempo. Hoy sí
somos temporales, somos “tiempos” que pasamos
(Daniel 12 7).
Nuestro paso por la tierra es transitorio.
Desde que Dios
nos dio nuestra naturaleza humana, entramos dentro de unos
parámetros además del tiempo, entre otros, la fuerza de la
gravedad por lo que no podemos movernos como en el cielo, libres
en el espacio y en todas las direcciones
(Apocalipsis 4 8).
Y tenemos otras tantas limitaciones por nuestra condición
humana, como no poder comprender este “Vacío” en el tiempo entre
el hombre espiritual y el terrenal. Pero la Biblia nos da Luz
sobre ello también y nos lo hace ver. Pues aunque según el
cómputo del tiempo aquí, para nosotros hayan transcurrido miles
de años desde la aparición de los primeros hombres en la Tierra,
para Dios (y para nosotros cuando éramos sólo espíritus) es un
instante la diferencia entre ellos y nosotros.
Hemos venido
todos a un mismo tiempo. el tiempo terrestre. Es decir: no hemos
tenido “otras vidas” como muchos han dicho.
Es muy
importante entender esto para no dejarnos engañar, pues los que
no creen la Palabra de Dios llevados por sus propias creencias,
intentan desentrañar lo que está fuera del tiempo, lo que está
por encima del velo o cielo, lo que Dios no nos ha revelado.
Y así son engañados. Y de ahí han surgido las creencias erradas
como las de la reencarnación y otras, por lo que muchos pueden
perderse.
Esta revelación, o aclaración revelada, sobre
la creación en el relato del “Génesis”, nos viene para darnos a
entender lo que Dios nos está hablando a través de todo lo
creado para nosotros.
No puede haber contradicción entre
lo revelado aquí, y la Verdad que nos ha sido dada en la vida y
las enseñanzas de Jesús en los Evangelios, que confirman el
espíritu de la Palabra en la Biblia. Él quiere una sola Iglesia,
un solo pueblo,. y para ello advierte una vez más con esta
revelación, a todos los que han sido llevados a las “verdades”
de otros, que los hacen perecer.
Mejor es dirigir nuestro
interés en buscar la salvación, ya que toda revelación dada por
Dios a su pueblo, y toda Palabra de Jesús, el Cristo, el Ungido,
nuestro redentor y salvador, nos dicen que por su gracia estamos
aquí para ser salvados si buscamos a Dios. Y a Dios se le
encuentra cuando nos dejamos guiar por su Palabra que nos hace
vivir en santidad. Sin santidad no vivimos en Dios.
Dios
nos dio el dominio sobre toda la creación que hizo para
nosotros
(Génesis 1 28).
Pero también puso un velo por el que
nos ha quedado velado el más allá, lo que está detrás de ese
velo, un cielo
(Génessis 1 6) del que sólo Él nos puede dar a
conocer, cuanto sabe que nos conviene.
Y así nos ha
llegado esta revelación sobre la parábola de la creación en el
génesis, y ahora toda nuestra historia desde el principio hasta
el regreso, por lo que quedará clarificada nuestra historia
espiritual, para bien de todos. Ya no se cuestionarán los
hombres lo que Dios nos da para ser salvados. Tendrán sus muchas
interrogantes resueltas.
Todo
este relato de la creación, con todos los signos que en él se
citan, nos hace ver la situación en la que hoy nos encontramos,
y nuestras actitudes ante el pecado, pero no sólo como una
simple parábola, sino que lleva en sí expresa nuestra historia
espiritual, para que veamos que dónde y cómo hoy nos
encontramos, tiene su origen en nuestra propia decisión, y que
un día nuestra situación tendrá un final decisivo.