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  • El Combate Espiritual





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    Y la Luz se Hizo

    El Combate Espiritual


     
    !Hay de la tierra y del mar! Porque el diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo. (Apocalipsis 12 12).

    Cuando Dios comenzó a crear este mundo, dice el Génesis 1 1, que t
    odo era caos confusión y oscuridad, pero el espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas.


    Esta situación se había dado porque el hombre, es decir la humanidad, había pecado en el principio, desobedeciendo a Dios, y Dios que no abandonó al hombre, estaba su Santo Espíritu tratando de iluminarnos para que no cayéramos al abismo.
    Esto es lo que nos confirma también el apóstol Juan cuando dice en el capítulo 1, que en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
    Él estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto existe.

    En Él está la vida y la vida es la Luz de los hombres, y la Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no lo vencieron.
    El Verbo era la Luz verdadera que ilumina a todos los hombres que vienen a este mundo.
    En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él, y el mundo no lo conoció.
    Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. (Juan 1 1 5 y 9 12).

    Estos versículos están hablando en pasado y refiriéndose al principio de nuestra creación y después de la caída en el pecado.
    Son palabras del apóstol Juan que añaden luz, para entender mejor que en medio del caos, confusión y oscuridad provocados por el pecado, desde aquel principio se manifestó la Luz para sacarnos de la oscuridad. Y Esa Luz es la que en el primer día de la creación dijo Dios: Hágase la Luz. Y la Luz se hizo.

    Aquí el apóstol Juan nos dice que la Luz vino al mundo, y unos la recibieron que son los llamados hijos de Dios, y otros no la recibieron y son los que viven en las tinieblas del pecado.
    Es el principio de la libertad en la que Dios nos creó. y en todo momento cada uno ha de decidir, porque Dios no impone nada a nadie.
    Fijémonos, lo repetimos que está hablando en pasado confirmando una vez más, que eso sucedió en el principio. que unos eligieron la Luz, la Vida en Dios, y otros prefirieron seguir en su decisión errada.
    Entonces es evidente que aquí están los que van a salvarse, y también los hijos de las tinieblas abocados a la condenación eterna.
    Pero observemos que esto explica la lucha espiritual en la que nos encontramos los hijos de Dios.

    Dios podía desde aquel principio haber arrojado al abismo a los que están abocados a la condenación, pero entonces no tendríamos la opción de luchar en contra del mal, y así elegir la Luz de Dios para ser salvados, pues Él está presente en todos los que lo buscan, y como dice la Palabra también se hace el encontradizo. (Isaías 65 1).

    Estas palabras rebelan también como aquí hay muchos que incluso están en contra de Dios. Por lo mismo, Jesús recordó también, porqué Él hablaba en parábolas a todos y a los discípulos en privado. Y cuando los discípulos le preguntaron por qué a los demás les hablaba así, Él le respondió:
    Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.


    En ellos se cumple la profecía de Isaías: oír oiréis, pero no entenderéis, mirar miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado, no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y Yo los salve. (Mateo 13 13 15).


    Estos versículos están diciendo que hay muchos que no quieren salvarse, que por eso no quieren ver la Verdad ni escuchar la Palabra.


    Por este principio de la libertad somos cada uno de nosotros los que hemos de elegir el camino o el engaño del demonio.

    La libertad es el don más preciado que tiene el hombre, y para ello Cristo nos trae la libertad a todo el que busque vivir en la Verdad que nos hace libres, como dice la Biblia: conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres (Juan 8 32). Y la Verdad nos la da Él a través de su Palabra para que estemos en su camino.


    Así como el código de circulación vial, establece unos límites para evitar el caos, y la muerte de muchos, así la Palabra que Dios nos da, nos ha dejado como un código que alumbra nuestro camino, y así todo el que la sigue es libre.
    Así fue como en cada uno de los días de la creación fue Dios estableciendo a través de toda la naturaleza creada, imágenes visibles que sirven de Luz para reconocerlo y que nos ayuda a volver a Él.
    Y conforme hemos dicho en estas palabras del evangelio del apóstol Juan, desde el principio hubo una separación entre los hijos de Dios y los hijos de las tinieblas. Es decir: Entre los que recibieron la Luz y los que no la recibieron, por propia voluntad.


    Es ese el combate espiritual del que nos habla el apóstol Pablo en la carta a los Efesios.
    Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, potestades, contra los gobernadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en las alturas. Por eso tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo manteneos firmes.

    En pie pues ceñida vuestra cintura con la verdad, y revestíos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él, todos los encendidos dardos del maligno.


    Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia, e intercediendo por todos los santos. (Efesios 6 10 18).


    Es decir, que nuestra lucha no es entre personas sino que esas personas pueden estar impulsadas por espíritus de maldad. En cambio la presencia de Dios es Paz.

    Por eso dice el apóstol Pablo: Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza. tengan buen calzado estando listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio.


    Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea la Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los fieles, sus hermanos.


    Este hecho de que estemos aquí los que hemos recibido la Luz que nos ha traído nuestro Señor Jesucristo, por lo que somos hijos de la Luz, y que también estemos conviviendo con los que viven sin Dios, no significa que todos aquellos vayan irremediablemente a la condenación.


    Por eso Jesús dice: Que nosotros somos luz para el mundo. Y lo dice con estas palabras. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. (Mateo 5 14 16).

    Si miramos también lo que dice el “Génesis” respecto a los cuatro ríos que salen del río de Edén, se dice de los que están al otro lado del río Eúfrates, que simboliza a todos aquellos que caminan en oscuridad, que si se meten en las aguas del río pueden quedar limpios. Y como sabemos el agua es un signo de purificación.


    En conclusión: todos pueden volverse a Dios si se arrepienten y viven según su Palabra. Entonces este combate espiritual es una gracia para nosotros permanecer en Dios y ser testigos para ganar almas para Dios.
    En el combate espiritual nos vuelve a decir que unos desde aquel principio recibieron la Luz, y otros la rechazaron.
    Está diciendo conforme a las otras citas incluidas en este libro que unos son en la búsqueda de la Verdad, y otros que la rechazan, y a todos los que la recibieron son los que dice a los Efesios que los eligió y los predestinó, y también en la carta a los Romanos. (Romanos 8 29 30).




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